Comentario
La caída de la III Dinastía de Ur en el 2004 motivó una etapa de luchas interminables durante todo el siglo XX y parte del XIX entre los distintos reinos en que se había fragmentado Mesopotamia. Esos mismos siglos conocieron la independencia y el ascenso a gran potencia de otro país, Asiria, que, si hasta aquella histórica fecha había dependido de Sumer y Akkad, sabría muy pronto crear su propia personalidad.
Los más antiguos jefes asirios (waklum) que, según las fuentes, vivían en tiendas, gobernaron al principio sobre un pueblo nómada, que se desplazaba por la alta Mesopotamia. Sus sucesores, afincados en torno a Assur, lograron estabilizar un Imperio que mantuvieron, con variada suerte, más de 1.500 años.
Desde el punto de vista de la Historia del Arte, el Imperio asirio conoció tres etapas, perfectamente definidas, que no coincidieron exactamente con su desarrollo histórico-político. La primera, la abre la etapa paleoasiria, que abarcó desde los comienzos (h. 2150) hasta aproximadamente el año 1470, momento en que Asiria quedaría incluida en la órbita de Mitanni.